Se inició en la práctica artística a muy temprana edad, participando en talleres impartidos por Giovanni Mochi y, posteriormente, por Pedro Lira. Asimismo, cuando apenas tenía doce años, obtuvo su primer galardón en un certamen oficial, una Mención Honrosa que abonó el camino hacia su reconocimiento, adjudicándose, cuatro años más tarde, el mayor premio del Salón Oficial de Santiago. Una vez finalizados sus estudios secundarios, ingresó como alumno regular a la Academia de Bellas Artes de la capital.
A la obtención de distintas medallas en instancias nacionales e internacionales en las décadas de 1880 y 1890, se sumó, en 1897, la beca otorgada por el estado chileno para proseguir estudios en Europa. Correa se radicó en París, donde asistió a la Academia Julien y fue discípulo de Jean Paul Laurens (1838-1921) y Benjamin Constant (1845-1902). Además, acudió con regularidad a la Academia Colarossi. Aunque su estadía en la capital francesa estaba contemplada por un año, el artista extendió su permanencia por más de cuatro, alcanzando cierta popularidad en el circuito parisino de la época, lo que le permitió vivir de su pintura. A su regreso al país, continuó pintando y participando en distintas exposiciones y salones, tanto en Chile como en el extranjero.
El trabajo de Correa se desenvolvió particularmente en el medio pictórico y, aunque realizó retratos y representó escenas costumbristas y sujetos del mundo popular, fue el género del paisaje el que concitó su verdadero interés. En estos cuadros pueden apreciarse vistas de puertos y de la cordillera; no obstante, son los motivos del campo y particularmente los animales domesticados, como bueyes y vacas, los más recurrentes en sus obras. Si bien en algunas de sus imágenes puede notarse una pincelada abierta y sugestiva, en otras, el artista opta por una factura más acabada y convencional. En general, su paleta deja entrever una concepción algo bucólica del paisaje y una mirada más cercana a la construcción de taller que a la propiamente naturalista.
Correa también destacó en la sociedad santiaguina de comienzos de siglo por su afición al coleccionismo de arte, armas y antigüedades.
Murió el 18 de mayo de 1959 en Santiago, Chile.
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